viernes, 14 de noviembre de 2014

Honor

Ana, aspiró levemente el aroma que se desprendía del licor de la copa que acababa de escanciar. Cerró los ojos y una lágrima se deslizó zigzagueante por entre las imperfecciones de la epidermis. Bebió un sorbo y las fuerzas regresaron del lugar donde mora la pesadumbre.
Se acicaló el pelo frente al espejo y juró una inminente venganza. Después, recogió su ropa esparcida por la estancia y se vistió con un desparpajo inusitado, aunque abatida por el dolor que engendra el saberse mancillada en su honor. Terminó el licor de un sólo trago y se fue dispuesta a iniciar el fin de lo que jamás tenía que haber comenzado.

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