El paisaje nocturno asoma por la pequeña ventana, la higuera parece entrar en la casa; acomodada al borde de la chimenea, y con humo de diferente procedencia está Helena. No tiene ni siquiera inspiración; su plenitud se fue de la mano de su marido narcisista y dominante. Ahora el vacío coquetea con palabras divergentes y confusas que se entremezclan con el whisky envejecido y seco. Cerré la puerta, y con transcendencia dije: adiós pasado adiós.
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