Él siempre decía que me quería, que yo era lo primero, que nunca antes había sido tan feliz. Y hoy os digo a todas:
Morded el veneno de vuestro opresor, apretando hasta desecarlo, para escupírselo sobre genitales y garganta, destripando los cimientos de su cobardía, hundiendo los pilares de sus complejos, y sentiréis que vuestro pecho se abre habitándose el cuerpo de la amplitud de la dicha. Percibiréis la magia y el poder de la vida que aún no saben masticar los que desconocen la opresión. Entonces, dad gracias y perdonad, dejando sin alimento a todo agresor que se presente, acartonando su orgullo y consumiendo su ego. ¡Tomad la magia y el poder de la vida en vuestras manos!
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