Van y vienen, me mojan los pies y me dejo. Camino. Me giro al alcanzar el espigón y veo un sendero de huellas que se acercan hasta mí. ¿Son mis pasos? ¿Son los pasos que quise dar yo? El agua borra algunas pisadas. Deseo que llegue una ola que deshaga todas esas huellas. Rehago el camino. Vuelvo al origen y empiezo a caminar. Quiero reconocerme, quiero ser yo la que marque mi paso. Voy a decirle NO. Voy a cerrar esa vía que sólo me causa dolor, que me anula, que me humilla. Ahora observo mi cuerpo y, por primera vez, lo reconozco como mío. Ya no le pertenezco, ME PERTENEZCO. Y camino y me mojo los pies y sonrío.
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