martes, 10 de noviembre de 2015

TRES OJOS ENCHARCADOS

El rugido de siempre la expulsa del sueño: el padre blasfema mientras va y viene. Ahora parece que arrastra una escalera. Y el rugido vuelve: "Ni se os ocurra tocar el cuadro de la luz, ¿me oís, desgraciadas?, voy a ver si arreglo la puta lámpara". Entonces la niña se levanta sigilosa, coge un taburete, sale al pasillo y avanza hacia el recibidor. Un pequeño sobresalto al llegar: allí está la madre, que, al notar su presencia, la mira con el ojo que puede mantener abierto. Las dos observan un momento el cuadro de la luz. Vuelven a mirarse: tres ojos encharcados que hablan con un miedo antiguo. Entonces la niña asiente. Asiente mientras aprieta la mano de la madre. 

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