Desde pequeña soñaba con volar como los pájaros, izándose tan alto que pudiera comerse el mundo que se encontraba bajo sus pies.
Desde allí arriba lo podría controlar todo, dirigir su vida, comerse el mundo observando todo aquello que estuviera bajo sus manos.
Ahora, ya adulta, contemplaba el pichón que aprendía a dar sus primeros vuelos, cuando recordó lo que amaba la libertad que después de conocer a su pareja había perdido.
Se colocó en el alfeizar de la ventana de la habitación en la que se encontraba recluida y emulando al pajarillo empezó a volar.
No hay comentarios:
Publicar un comentario