Nadie me querrá jamás de la forma en que me quiere él. Nadie me sacará de los infiernos para acomodarme entre nubes -y viceversa- con la misma rapidez e intensidad que él lo hace. Nunca volveré a encontrar en nadie esa mirada penetrante que me evapora el aire de los pulmones. No volveré a sentir ese amor único, perturbador, sofocante, anhelante. Veo imposible volver a emocionarme hasta las lágrimas por una caricia de alguien en mi pelo, porque sólo por él sentía que quería vivir si le veía reír y quería morir si le oía chasquear la lengua. Ahora lo sé, nunca nadie podrá quererme igual que él.
O, al menos, eso espero.
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