lunes, 17 de noviembre de 2014

El cambio

Su pecado fue dejarse llevar. A pesar de estar comprometido, amó a ese hombre como a ninguno.
Nadie le pega, nadie la insulta. De hecho, nadie la mira. Giran la cara a su paso y cuchichean entre ellas. Porque las peores son las mujeres.
Le quiere, pero no era ella la que tenía un compromiso. Le quiere, pero no fue ella la que rompió sus votos. Le quiere, pero ya no puede soportarlo más.
Por un momento, mientras hace la maleta, fantasea con la posibilidad de cambiar los papeles. Ser ella el hombre. Estar, por fin, libre de culpa.
Sacude la cabeza y se olvida. Qué tontería. No es ella la que tiene que cambiar.


No hay comentarios:

Publicar un comentario