viernes, 14 de noviembre de 2014

A las siete en punto

La gruesa piedra moleña sabe guardar silencio 
el viento que azota el monte hace cerrar las ventanas
el viejo colchón de lana esconde lo que ya no existe.
Cuántas  cosas se sabrían si aquella mujer hablase.

Envuelta siempre en su abrigo y con aspecto impecable
baja cada día al pueblo a coger el autobús.
A las siete en punto baja a las siete en punto sube.
Cuantas cosas se sabrían si aquella mujer hablase.

Hace falta mucha suerte, para dormir sin sollozos
para que no se le quite el hambre y no se le hiera la piel.
Cuantas cosas se sabrían si aquella mujer hablase.

Hoy ha querido el tiempo, que luzca el sol en el monte
que se abran las ventanas, que no necesite abrigo.
Hoy, aquella que a las siete en punto baja a coger el autobús
sabe que a las siete en punto ya no volverá a subir.
                                                                 








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