jueves, 13 de noviembre de 2014

Una vida robada más...

Estaba a punto de romperme. Estabas a punto de romperme. Tampoco pude defenderme. Un enorme estruendo invadió mis sentidos y entonces te ví, te ví de verdad. Sentí miedo de tu miedo, sentí odio de tu odio, sentí dolor pero no de tu dolor sino de tu daño. Conversé a tientas con la oscuridad que tus golpes me provocaban; me aferré a ella como aquél que se aferra a un clavo ardiendo; no quería irme, quería quedarme aunque sólo fuese en aquella maldita oscuridad. Noté cómo poco a poco robaste mi esencia: tus pupilas sustituyeron a las mías y tu razón a mi razón hasta el día en que tus manos acabaron con mi vida. Yo ya no era; tú seguiste siendo. 

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