jueves, 28 de noviembre de 2019

Sangre lacerada

Voy caminando por las calles, silenciosa, con la cabeza agachada: sangre lacerada de heridas, como las que surcan mi cuerpo. Llevo unas gafas obscuras para que nadie pueda ver los ojos.

El recuerdo de aquel noviembre está marcado en el marchito y amarillo calendario con sangre lacerada que mana de la herida de mi alma. ¡Maldigo el día en que te conocí!, en que dejé de ser yo misma. Hoy, recordando aquellos días, me duele hasta el aliento. Voy clamando, ecos de oídos sordos. Mi clamor se pierde en el espejo, en potente estertor eterno de la violencia de género.

Y ahora me marcho de tu lado. Ahí te quedas con tu miserable existencia y solo.

La gafas de sol

David se concentra una vez más en el relato de la abuela. 

Se lo sabe bien, porque cada verano ella se lo explica, pero no le importa escuchar de nuevo aquella historia. La que habla de cómo antes los monstruos de cruel puñetazo tenían el control de algunas casas... Aquella que explica por qué, desde que el abuelo se marchó, hace ya muchos años, ella no ha vuelto nunca más a ponerse gafas de sol. 

David sonríe al ver cómo los preciosos ojos de la abuela brillan de nuevo.

Los cuentos claros

…Eres mía! Las decisiones sobre tu vida me corresponden a mí, tengo plena posesión sobre ti!. ¿No te das cuentas que soy el sacrificado porque tú eres objeto de mi propiedad? Sométete para ejercer el derecho de dominio que sobre ti tengo. 

-Papá! Ese cuento no me gusta. No habla de personas, habla de un hombre y su súbdita mujer. No quiero retroceder en el tiempo y que la desigualdad se justifique con una justicia infame. Mujeres y hombres somos la misma especie y por tanto con los mismo derechos y responsabilidades.

-Sofía, déjame acabar! La mujer del cuento mira a los ojos de su marido y con voz fuerte y clara dice: Si es sí, no es no. ¿Entendido?

Me despido de tí

No solo fuiste un canalla, sino además un cobarde amparándote en la oscuridad de la noche para que no pudiera ver tus ojos.

Tuviste que gritarme, que humillarme, que golpearme sin piedad. Tú, el que me prometías amor eterno, el que me protegería de cualquier peligro. Y ahora, ¿quién me protege de ti?

Hoy te digo adiós, cariño. Esta vez no aceptaré tus disculpas, ni tu efímero arrepentimiento. Hoy recuperaré mi libertad, viva o muerta, pero jamás volveré a someterme, ni a silenciar tu maltrato. Quizá algún día llegue a perdonarte, quizá el mismo día en el que, por fin, deje de quererte, pero hoy, hoy solo quiero decirte adiós. Hasta nunca, mi amor.

Contrarios

Lo veo de lejos tan cerca que llega lentamente a toda velocidad. Mamarracho distinguido, machote cobarde, tímido fanfarrón, con esas pequeñas manazas, ¿a dónde crees que vas?
Visiblemente invisible viene hacía mí el odiado querido amor a envolverme, a destaparme cuando un intenso suave color violáceo se asienta en mis ojos, en mi alma. La quiebra recompuesta hace que la fina maroma que nos unía ¡ay!, se rompa como un grueso hilo temporal. Sola acompañada, decidida dudando. Lo veo de cerca tan lejos que llega rápidamente y a ninguna velocidad que le digo simplemente que esto, esto se acabó ya.

Ausencia nº 1050

Susana sale del baño y se encuentra una nota boca abajo sobre el teclado del ordenador. La casa, vacía de muebles y recuerdos, está en silencio. Con la espalda rígida y la piel erizada, contiene la respiración mientras el corazón se le acelera. Por fin se atreve. Agarra la nota como si fuera una bomba y le da la vuelta. Tres palabras.

No sin mi.

Aterrada, se le saltan las lágrimas. Todo el cuerpo le duele de la tensión. Nota un aliento en la nuca y grita sin poderlo evitar. Su chillido se ve interrumpido por el sonido de un balazo, y la sangre, sobre la pantalla, salpica el borrador de su sentencia de divorcio.

Historia nueva 1er Premio 2019

No me acaricies.


No me abraces.

No me pidas perdón, porque no te arrepientes.

No me digas que me quieres, porque no es verdad. 

No eres capaz de querer. Ahora lo sé. 

He vivido engañada. He vivido atemorizada. He vivido infravalorada. He vivido sumisa. He vivido insultada. He vivido anulada. He vivido maltratada.

Pero aún no es tarde para mí. 

Aun puedo empezar a escribir un nuevo libro, un libro sin tachones, sin faltas de ortografía, sin espacios en blanco, sin páginas dobladas. 

Un libro que empezará con un gran punto y aparte. Un libro en el que tú ya no figuras como personaje principal.

Una historia nueva. Una historia de superheroínas. Una historia cuya protagonista seré yo.

Esperanza, 21

Con el pulso aún tembloroso giró el pomo de la puerta. Entró. Una sombra se removía en la penumbra. Se hizo visible. El desconocido se abalanzó hacia ella sin mediar palabra, y la abrazó. Después se apartó apenas, la miró a los ojos, y dejó escapar palabras nuevas en voz baja. Entonces su mirada líquida, acostumbrada, buscó el suelo, y tropezó con sus propias manos, cuyas líneas parecían desdibujarse y recomponerse en busca de nuevos caminos. 

En el exterior aguardaba Sara, incrédula, repasando con las yemas de los dedos la pintura rugosa del cartel: Entrada de Emergencia.

Tentación

El loco se lava el culo en el arroyo mientras las mujeres tienden la colada, el niño apresa un pez con un colador, mientras el loro se columpia en la jaula de bambú. Un pastor protestante mira incólume la escena, todo está en orden, todo en su sitio, piensa, mientras acaricia furtivamente los senos de Lorena con la mirada.

¡Todo está en orden, todo en su sitio!
dice de pronto el loro ante la sorpresa del pastor.

Los caminos del Señor son inescrutables…,
piensa el pastor protestante.

¡Amen! Dice el loro.

Valor

Podía oler su olor alcoholizado tan desagradable desde el rellano. Le esperaba ahí para implantarme y fingir un valor que no tenía. Con mi mayor sonrisa ficticia pronunciaba un "buenos días" cargado de falsedad, pues ya sabía yo que de buenos no iban a tener nada. Sería otra jornada de griterío y, si tenía algo de suerte, se conformaría con alguna bofetada en vez de una paliza. Hasta que todo cambió. Ya no debería fingir valor, ahora lo tenía. Ya no tenía que protegerme solo a mí, ahora éramos dos. Ella del tamaño de una lenteja creciendo en mi vientre, porque estoy segura de que sería mujer, y yo como una montaña, la más alta y poderosa en magnitud.

Solo sueños

Aprendió que la vida no era eso. Que aguantar no significa permitir. Que las lágrimas provocadas tienen que ser de felicidad. Que el respeto hay que ganárselo pero nunca dejar que se pierda. Que el maquillaje te lo pones para estar más bonita, nunca para tapar nada. Que alzar la voz debe ser por alegría y no por necesidad. Que aunque las promesas, a veces, no se cumplan siempre se persigan. 

Su mente creó mundos paralelos y en el péndulo de su imaginación conseguía tocar el cielo. 

Y al final lo consiguió.

Vacuna


Cuerpo sudoroso el suyo, lívido el mío al terminar. Forcé un gesto de satisfacción. Era ese momento o ninguno. Mi voz entrecortada lanzó la propuesta y Rubén, me miró con ira. Cerré los ojos, esperé el golpe y lo encajé estoica. La ténue luz esperanzadora, que sentí al ver el anuncio en televisión, acababa de apagarse. Una dosis, solo una, para acabar con las verdades mentidas, con el miedo, con el dolor, y él, no quería. Tinté de rojo la sábana con sangre de mi ceja izquierda ¿ Había sido atrevida? 

¡ Si ! Me dije ¡ Sigue ! Lo denuncié, la condena obligaba a tomar la dosis por ley.

Salvé su vida y la mía. Después lo dejé.

El portazo

Y cerró la puerta

Y sonó un portazo.

Pero hubo algo más sonoro que ese portazo, más poderoso. 

Eran las ganas de dejar todo lo que había allí dentro, la maldad, el dolor, la soledad, la ira, pero sobretodo el miedo.

Y había algo que sonaba por encima de todo, las ganas de soñar, de ser feliz, de vivir, lo único que deseo hacer siempre y que ahora podría hacer sin preocuparse por nada más.

lunes, 25 de noviembre de 2019

El ruido de la sororidad 3er Premio 2019

El cosquilleo de tu lucha volando dentro de mí,

nuestro "Ya basta" dándome pulso e impulso 
y mis heridas cicatrizando junto a las tuyas. 
La revolución heredada nos pide confianza, 
nos susurra que la victoria llegará, 
que todo habrá valido la pena 
y que ellas somos nosotras


Dame la mano y si tú no te rindes, yo tampoco.

Iba a ser libre

Caminaba rápido, con la determinación de la que sabe adónde va.

Estaba decidida, a hacerlo, había llegado la hora.

Iba a ser libre.

Esa noche dejaba atrás todo, todo lo que la había lastrado tanto tiempo.

Llegó a Atocha en un suspiro, y pensó que la estación olía a esperanza, a nuevo y a nunca jamás.

Y cogió el tren, ese tren que volaría hacia adelante, por las vías del destino, sin mirar atrás, sin remordimientos.

Y pensó que ya estaba, que así tenía que ser, y por primera vez, en mucho tiempo, sonrío.

Ana

En la calle llueve, es de noche y hace frío; y a nadie le importa una mierda. Anita, se fuma un cigarrillo y llora apoyada en un portal. "Si tan sólo hubiese cogido una chaqueta", piensa con la primera calada. En la segunda se arrepiente de haber dado un portazo al salir. A la tercera, ya empieza a odiarse. "Se acabó". Anita tiembla y fuma una calada que vale por dos. Entonces tose y el pecho le duele. Al cabo de un par de fumadas más, con la undécima calada deja de llorar. Anita tira el cigarro y se sujeta la muñeca esguinzada. A trompicones y sin nadie a quien le importe una mierda por primera vez Ana se va.

Ella y él

Ella es trabajadora, humilde y valiente. Ella regala luz y vida . Ella ama, se preocupa de su familia, de sus amigos y de los problemas del mundo. Ella saca tiempo para todos. Ella lucha cada día. Ella guarda en silencio todo el dolor que por él lleva.

Él a veces trabaja, finge ser humilde y presume de valiente. 
Él trae oscuridad cuando regresa. Él no ama, se preocupa de si mismo, critica los problemas del mundo y busca cualquier excusa para gritarle a ella. Él solo tiene tiempo para lo que le interesa. Él lucha por si mismo. Él paga con una inocente toda la maldad que solo él lleva.

Nunca serán ellos, no me haré cómplice con mi silencio.

Rojo sobre rojo

...Y de repente, él cambió; la colmó de besos y abrazos, flores y bombones y cuando ya estaba seguro de que ésta vez, el hilo rojo que los unía ya no se quebraría, rodeó su cuello con él hasta hacerla desaparecer.

No se dejó

Y se propuso destilar su vida. Mezcló las esencias más luminosas para que olieran a colores. Se abrazó a la cerilla y ese fósforo crispó. Dejó evaporarse por lo que fue y ya no es ahora. Se le derramó carmín por sus labios y se convirtió en flor con pétalos de amapola.

Mantra

Adiós, bendita palabra oxítona de cinco letras.

Adiós, hasta nunca.

Adiós a la ansiedad y al pastilleo. Adiós clinex. Adiós insomnio.

Adiós a las malas contestaciones y a los desprecios.

Adiós al bicho de tu madre. 

Adiós a su justificación constante de tus faltas de respeto. 

Adiós a la radioactividad que desprendéis los dos. 

Adiós Uranio. Adiós Plutonio.

Adiós a los sueños preñados de mentiras, a los planes planeados solo por ti. 

ADIOS en mayúsculas y en negrita.

Adiós a la incertidumbre, adiós a las sesiones de fútbol y motos. 

Adiós a los "cállate" y a los "no tienes ni idea". 

Adiós a esos silencios impuestos, a esa prisión permanente revisable de tus celos.

Adiós Yeserías.

A Dios pongo por testigo que voy a perder el miedo a decir Adiós.

Bye bye, Agur, Au revoir, Auf wiedersehen, Sayonara…

Nueva, nuevecita me he quedado.

El segundo de vuelta

Apartó la pistola de su sien. Relajó el rictus, y las lágrimas treparon al interior de sus ojos. Atravesó el pasillo y dejó el arma sobre la mesa. Llegó al dormitorio y se arrodilló junto al cuerpo de su mujer. Le besó la herida del pecho, que dejó de sangrar y se cerró. Ella se incorporó, lo miró a los ojos y esbozó una triste sonrisa. Él escupió de su mente el rencor y los celos infundados y la abrazó, imbuido del olor de su cabello, recuerdo de tardes interminables de paseo, cuando eran novios. De todo lo olvidado hasta un segundo después de apretar el gatillo. Agradeció en silencio haberse dado cuenta a tiempo.

Avidez de felicidad

Al final he podido librarme de esa sensación tan ignominiosa que acarrean los malos tratos, aunque aún sufro pesadillas. He conseguido romper las cadenas que me mantenían ligada a un matrimonio agorero y entonces todo cambió. Gracias a Dios he logrado enderezar mi vida junto a un hombre que me respeta y me quiere por encima de todo. Pese al calvario de un pasado desdichado, a estas alturas mi corazón late de nuevo henchido de júbilo en una frenética avidez de felicidad.

Desnuda por los campos_Por Montagut

¿Qué sucedería si todas las locas del mundo gritásemos a la vez? A veces, parece que fomentar la igualdad es un acto satánico propio de una mente desequilibrada. La igualdad no es un concepto. No es algo por lo que deberíamos estar luchando. Callar para no hacer daño no funciona. El silencio genera invisibilidad y la invisibilidad alimenta el tremendo monstruo de los mil y un tentáculos. 

Cuando un hombre da su opinión, es un hombre, 

cuando una mujer opina, es una perra

Bette Davis

Así que opinad, perras del mundo, salid a la calle, morded a los cancerberos que os joden la vida y caminad desnudas por los campos de labriego. Por nosotras.

Esperanza

Años sesenta, España sufría las tinieblas impuestas por el dictador, rodeado de falangistas marchitos, con furor ante todo lo que fuera libertad.

Por una calle céntrica caminaba Rosa, mujer humillada por una sociedad miserable, donde la mujer existía a la sombra de un hombre que solo quería sumisión. Rosa fue violada, por vestir llamativa, por ser guapa, por querer ser libre. Su novio la repudió. La prensa del "Movimiento", poco faltó para achacarle la culpa a Rosa, por bella, por "provocar".

Rosa encontró apoyo en su madre, después de la guerra sufrió demasiado. Pero esa noche, a los peatones sorprendió que un resplandor la envolviera de luz, Rosa miró a su madre, supo que en su lucha.. nunca estaría sola.

La Antártida

El amor es un veneno con regusto a salmuera que tiende a oxidar todos los cerrojos - hasta reventarlos - .

A veces su ponzoña es pura, traslúcida, como una luna reflectada en el agua. A veces quema como La Antártida, como la maldita nieve.

A veces me quieres, joder. Otras veces, también sin la coma: Me quieres joder desde los dedos de los pies hasta el revés del alma.

Y yo, cubierta de escarcha, solo quiero irme lejos. Muy lejos. Hasta que nada duela tanto. Hasta que tanto duela nada.

Amarillo ámbar

No se conoce sino lo que se ama, y yo conocía todos los tipos de amarillos que el bosque dibujaba frente a la casa de mi abuela: amarillo ámbar, amarillo Nápoles, amarillo limón… El día que fuimos a recoger sus cosas encontré una pequeña carta que jamás llegó a enviar a nadie. En ella resumía casi medio siglo de maltratos continuados, de maltratos físicos y psicológicos que la habían marcado toda su vida y de los que nunca supimos nada. Aquél día comprendí los largos silencios de mi abuela en las reuniones familiares, mirando por la ventana los árboles otoñales y el triste amarillo ámbar de las hojas arrastradas por el viento.

Lista inacabada

—Entrar en la habitación y llenar la mochila de ropa.

—Espabilar a la niña y convencerla de que con la luz apagada se juega mejor al escondite.

—Asegurarme de llevar su peluche para evitar un berrinche inoportuno.

—Coger del frigo algo para comer por el camino.

—Colocar la tarjeta nueva en el móvil.

—Intentar que Thor no ladre de alegría cuando le ponga la correa.

—Rezar mucho para que no se despier

Eso es lo que ponía en el papel que el forense encontró dentro del puño cerrado de la víctima.

Castigada por nacer mujer

Mi abuela, de 94 años, una tarde de invierno escondida y aburrida, me recitaba con placer sus recuerdos. Era profesora, tocaba las mentes de personas aún dormidas y despertaba con teorías y juegos pensamientos escondidos. Hablaba de su pasión por el teatro, se sabía los monólogos y las escenas de memoria. Recordaba con certeza aquellas clases donde pasaba horas en el escenario, mirándose el cuerpo y explorando las palabras que salían, sin permiso, por su boca.

Mi abuela, nunca fue profesora, tampoco actriz ni dramaturga. Ella normalmente me cuenta, sin placer, que todavía no ha podido dedicarse a lo que quiere porque tuvo que cuidar, ser madre siendo hija y ser mujer, siendo un castigo.

Escucha

AMIGA, por favor, escucha:


Si te prohíbe, témele. 

*No la escuches… TE QUIERO. 

Si te golpea, témele. 

*No la escuches… TE QUIERO. 

Si te oculta, témele. 

*No la escuches… TE QUIERO. 

Si te insulta, témele. 

*No la escuches… TE QUIERO. 

Si te grita, témele

*No la escuches… TE QUIERO

Si te humilla, témele 

*No la escuches… TE QUIERO 

Si te golpea, tém… ¿AMIGA? ¿Dónde estás AMIGA? 

*Demasiado tarde, zorra.. Tu perdiste, yo gané .. ¿Y sabes por qué?... 

... PORQUE ELLA NO TE ESCUCHÓ...

... PORQUE ELLA NO ME TEMIÓ…

La ducha

Contemplamos el desagüe. Su boca negra trae un ruido de cañerías que parece música. La música es bonita. Los azulejos también. Mamá me enseña a contar azulejos, uno, dos, tres, cuatro. Los contamos bajito para que no nos oiga. También nos desenredamos el pelo, ella a mí, yo a ella. En la ducha no hay más que hacer. Hace frío, pero siempre estamos aquí. Detrás de la cortina. Los azulejos son bonitos, a pesar de las manchas. Me gusta abrazar fuerte a mamá, porque sé que tiene miedo. Él también me asusta, pero yo imagino huidas a través del desagüe, vaciándome en la oscuridad. La ducha es un lugar húmedo y triste. Algunas noches deseamos estar muertas. Otras recordamos estarlo.

Luz

En una pared de mi casa había un reloj de madera; tenía, por accidente, una incrustación dorada, que reflejaba con intensidad la luz atardecida. Dejó de hacerlo cuando me casé: lo llevaba a todas partes conmigo porque me avisaba, a golpecitos, de que se acercaban él y sus golpes, sin diminutivo. Y las cuchilladas verbales, que un mal día fueron realidad. El último golpe fue el de su cuerpo contra el suelo de la calle; lo escuché lejano, irreal, desde la ambulancia. Cuando volví a mi casa, aunque pensaba mudarme, puse el reloj por última vez en su sitio y sentí una calma infinita al ver cómo, a pesar del tiempo que había pasado a oscuras, seguía conservando su luz.

Seguro de vida

La golpeó hasta que se le cansaron los músculos de los brazos y salió de casa pegando un portazo. Ella se quedó en el suelo sobre un charco de orina. Tardó unos segundos en empezar a moverse. Lo hizo despacio. Apoyándose en una silla, se puso de pie y fue al baño. Se quitó la ropa ensangrentada, abrió el grifo de agua caliente de la bañera y puso el tapón. Sonó el teléfono. Fue a la habitación y descolgó el auricular. 

—Hola, buenas tardes —preguntó la voz de un hombre—. Le llamo de Vida mía. 

—¿Hay alguien ahí? 

—Sí —dijo ella. 

—¿Tiene algún seguro de vida contratado? 

—No —contestó ella. 

—¿Por qué no? —preguntó él. 

—Porque mañana estaré muerta.

Tres respuestas

Prefiero que antes de contarme lo sucedido, respondas a estas tres preguntas:

—¿Posibilidades de que cambie?

—Cero.

—¿Días desde que ocurrió la última vez? 

—Uno.

—¿Personas que saben lo que ocurre?

—Seis. Él, los dos niños, mamá, tú y yo. Seis

Ahora marca esas tres cifras y que lo sepan también al otro lado del teléfono.

Nuevo rumbo

Ahogándose en el maltrato con el barco anclado en la violencia, agarró temblorosa el timón. Miedo y Esperanza como tripulantes. La nave amenazaba con hundirse. Tuvo que desembarcar al Miedo, pesaba demasiado. Seguían al borde del naufragio.

- ¡Ayudaaaaa!-

Gritaron la Mujer y la Esperanza. Entonces "él", apareció y dijo; 

-¡He visto el problema! Es la Desigualdad, está atascada en el motor.- 

Aquella voz, le pareció familiar.

Tras intentos de solucionarlo, se desmontó el problema cayendo un pedazo a la profundidad, quedando tan solo IGUALDAD a bordo. 

El barco ya funcionaba, la Mujer volvió a capitanear su vida. Dispuesta a retomar su rumbo se dirigió a su salvador;

- ¿Cual es tu nombre?-. Preguntó.

-AMOR PROPIO-. Respondió él.

Recuerdos de un segundo

¿Cuál será finalmente el motivo de la denuncia? fueron

las últimas palabras que escuchó antes de recordar un segundo...

Una vida desgarrada, un sueño truncado, una anestesia emocional, un insulto

pueril, una agresión más; un uxoricidio frustado, un hueso quebrado, un abuso

despiadado, una psique siniestrada, soledad acumulada y el miedo en su alma 

atormentada:

-Será porque me torturó, maniató mi cuerpo, mi alma y todo mi ser.

-Será porque yo lo amé desmesuradamente, porque luché y trabajé.

-Será porque no le bastaba con cercenar mi vida decapitando mi ilusión, porque no le bastaba ya destrozarme a diario, porque no le bastaba mi propia alma.

La sala enmudeció. Padres, hijos y amigos al fin lo comprendían, ahora le podrían ayudar.

Nadie como tú

Nadie me quería como tú a mí en el mundo. O eso me repetía.

Nadie me merecía más que tú. O eso creía. 

Nadie me quería tanto para vigilarme como tú. O eso me hacías ver. 

Nadie entendería que me pegabas por mi bien. O eso me susurrabas tras cada paliza. 

Nadie sabrá lo que pasó el día que me volví valiente. O eso espero. 

Ahora, solo yo, me querré el resto de mi vida, sin volverte a ver.

Inocencia perdida

"¿Del asesinato se considera culpable o inocente?" […] Tercer día de juicio, se había habilitado una sala anexa para todos los medios de comunicación. Los programas de televisión, como de costumbre, hacían carnaza con los dimes y diretes alrededor de los detalles más escabrosos. La joven hacía sido violada, siendo aún menor de edad. Los chicos, conocidos del barrio, habían abusado de ella y se habían jactado en la redes sociales. Sus familias, con buena posición económica, habían puesto los mejores abogados a su servicio. Solo una cosa separaba este caso de tantos otros que salpicaban las noticias en los últimos tiempos, por una vez la víctima había sido verdugo con uno de los agresores, todos ellos absueltos...

Despierta

Estoy cansando, llevo todo el día trabajado, que ganas tengo de llegar a casa y descansar en el sofá.

¿No puede ser cierto?¿Dónde está esa perra?¿No hay nada hecho? Se va a enterar esa en cuanto llegue. 

- Esto no puede seguir así. No vales para nada. ¡No te escondas! ¡Qué vengas te digo! ¿Te crees muy lista? A ver si ahora me vuelves a mirar así. 

- ¡No,no, nooo! Déjame, no me...

- ¿No me? Ahora sí que vas a saber lo que es bueno.

Creo que se me ha ido la mano,me he pasado.

- Perdóname, perdóname, perdóname... Yo no quería. Lo siento. ¡Contesta! Despierta... Despierta...¡DESPIERTAAAAAA!

- Emergencias, ¿dígame?

- Vengan. He matado a mi mujer.

Como todas las noches

Estaba solo en su cuarto, como todas las noches, con la única diferencia de que, en ese caso, tenía la pistola en la mano, decidido a usarla.

Como todas las noches, sus padres estaban peleándose escandalosamente entre ellos. Trasladaron, como todas las noches, el pleito al patio, donde el padre llevaba las de ganar.

Determinado a no soportarlo más, apuntó desde su ventana, sin importarle quien fuera a recibir la bala. Esa noche no sería como todas.

Que yo era increible

Era tan sumamente increible que él lo sabía, me queria solo para él, me queria pequeña.. Sumisa e idiota.. Y yo lo consenti, no sé si el destrozo de mi persona fue durante o después al ver en la persona que me habia convertido.. Yo era increible..sociable y alegre,súper divertida y bromista..me volvi pequeña.. Callada y triste..me puse mal para que el estuviera bien.

Siempre fui guerrera pero llego a un punto que cuando todo se te discute prefieres callar y asumir sin rechistar.

Yo era tan sumamente increible que él no queria que nadie más lo viera.. Celoso y posesivo de mi persona.. De mi grandisima persona.

Soy tan increible que escuche mi alma gritar..mi mente gano al corazón, eso no era amor.. Eso no era sano.

Hoy dia tengo otra vida.. Soy consciente de lo increible que soy y no es que sea soberbia, es que me di cuenta de que valgo demasiado, que sus miedos se hicieron realidad.. Me fui y conocí personas maravillosas..volvi a estar con mi gente.. Con mi familia..volvi a conectar conmigo misma y me perdone por lo mal que me habia cuidado en todos esos años..eso fue lo mas importante..no por obligar a nadie a estar contigo va estar contigo toda la vida, cuando coartas la libertad y la forma de ser de una persona, cuando no la dejas relacionarse al final el que se queda sol@ eres tú..

Pensamientos del monstruo

Observó sus manos temblorosas, sus nudillos magullados y la sangre, ya reseca. Sintió asco de sí mismo. Aún notaba la tensión en su cuerpo, siempre era igual. Algo, una tontería, rompía su calma, una taza en un sitio equivocado, un ruido…, daba igual. La ira se apoderaba de él y se descontrolaba, pagándolo con ella. Eso ya no sería posible.

Miró a través de los cristales mojados, la luz de la sirena tenía un efecto hipnótico. Recordó aquel niño que fue, aquel que aprendió a imponer su voluntad en vez de negociar, que aprendió a detectar la debilidad y alimentarse de ella. ¿Por qué nadie lo frenó cuando aún era posible? ¿Por qué le permitieron convertirse en un monstruo?

La protagonista de la historia

Siempre hablo de corazón, y me encanta ser así. Me gusta la moda, cantar, salir, bailar, disfrutar y sonreír. Siempre soñé con el amor, yo quería ser como las princesas del cuento. Y cuando le vi sonreírme, tan seguro y resuelto, supe que sería él quien me hiciera su princesa. Los días fueron pasando, nos fuimos conociendo y cada vez me sentí más cercana y feliz. 

Al final, me pidió salir y acepté.

Ahora, cada vez que salgo, él se pone más nervioso. Cada vez que me escriben en el móvil, él quiere saber quién y qué. Cuando estoy con más personas, me critica. Cuando hago algo, me avergüenza. Se pone agresivo con amigos míos. A veces se fija de aquella forma en otras chicas. Me pide fotografías íntimas. 

En cada respiro, me controla.

Yo me siento sola, ya sólo estoy junto a él. Siento que no le importo, que necesito su aprobación. Me siento insegura y confusa, me siento atrapada. Me siento culpable. Me siento perdida.

Tengo miedo.

Y tengo algo que contarte en estas líneas que comparto contigo. Eres, como yo, la protagonista de tu propia historia. Tú eres una persona única, con un valor incalculable. No dejes que nadie te limite, que nadie te diga lo que tienes que hacer, cómo hacerlo, cómo sentir. Que nadie determine cómo vivir una vida que te pertenece. Porque si dejas que controlen tu vida, te controlarán a ti, y todo lo que es tuyo o pudo haberlo sido. Tus sueños, tus esperanzas, tus logros, tus recuerdos. 

No dejes que eso ocurra.

La mano

Escuchaban las palabras de negra sangre golpear sus venas. El féretro de sus ojos era visible para todos, cómplices de aquellos golpes lingüísticos. Nadie alzaba la mirada e interponía su mano para parar la lluvia de sangre, como un paraguas de salvación. Y ella, en su mundo de monstruos, temblaba incapaz de huir. ¿Adónde? La encontraría y la sumergiría en el pozo con el que siempre la amenazaba.

Pero un día una mirada la vio. Una mano apretó sus dedos, tiró de su alma para sacarla del fango asesino, y formó una pared entre ella y su verdugo. Sintió que una coraza la envolvía y la protegía. Y por fin, después de muchos años, respiró la vida.

Cadenas rotas

Fue el primero que me hizo sentir que todo era posible.
Aún en mi inocencia de niña, resplandeciente, cogí su mano con firmeza.
Las estaciones cambiaron, hasta que mi verano se convirtió en invierno.
Pasé de niña a mujer, y noté cambios en mi interior. 
Quería salir, conocer otros mundos más allá, liberarme, volar. 
Casi una vida entera se me escapó en un suspiro. Me controlaba, y yo no lo sabía. 
Lloraba a mis pies, y yo perdonaba. Se victimizaba, y yo le creía. 
Intenté recuperar aquello que perdí sin darme cuenta. 
Entonces renací poco a poco, mis sentimientos cambiaron.
Me sentía más libre, más capaz lejos de él, se rompió el hechizo. 
Mi invierno es verano de nuevo, rompí las cadenas por fin.
Soy libre… y vuelo.

Carta genética

En su cuerpo vivían dibujados recuerdos indelebles del sufrimiento durante su matrimonio. Antes que ella, su propia madre fue víctima de la misma suerte siniestra, que se grabó en su memoria con la tinta del miedo.

Soportaba aquella injusta penitencia y le dolía pensar que su sino no era más que una inicua carga genética heredada de su madre y también heredaría su hija. No era muy creyente, pero rezó para que el fruto de su vientre encontrara un amor sin dolor. 

Y así fue. No hubo ninguna herencia genética perversa. Sólo hubo un cambio de rumbo en la conciencia de las nuevas generaciones.

Porque estas comprendieron que no hay amor sin respeto.

El juez

"¡Este puto país! Vienen cuatro extranjeros maltratadores y lo somos todos los españoles". No sería significativo, sino fuera por su condición de Juez. Afortunadamente sin competencias en estas materias.

Ansiaba unas "vacaciones desconectadas". Partió lejos, sin teléfono y sin dejar señas. En el jacuzzi de su habitación leyó que en su pueblo un hombre había dejado medio moribunda a su novia y luego se suicidó. Mascullando algo, arrojó el periódico lejos.

A su vuelta, con fuerzas renovadas, comprobó que a las afueras de su casa había una patrulla policial. Corrieron a su encuentro nada más estacionar. Mientras le hablaban... su cara empalidecía y tornaba ausente. Comenzó a llorar desconsoladamente. La chica maltratada, que había fallecido, era su querida hija Noelia.

Pájaro de mal aguero

"Soy un pájaro de mal agüero. Debo serlo. Me recorta las alas cuando estoy a punto de alzar el vuelo. Dice que es por mi bien, para que no me dañe en un viraje sin control y demasiado alto para mí. Tan solo me permite volar dando pequeños saltos por la exigua estancia donde habito. Me asegura que soy libre, que tengo libertad de movimiento y puedo hacer lo que quiera, pero mis tullidas extremidades tan solo me consienten acercarme a los límites. ¿Y si cruzo la línea? No tendré fuerzas. ¿Resistirán mis alas? No, no lo intentes. Eres pájaro de mal agüero".

Ayer al fin desplegó sus alas.

Herencias

Frota con insistencia la lápida, como si quisiera eliminar el nombre que aparece grabado en la piedra. Se le agrietan las manos de tanto sumergirlas en el agua helada, y ni así consigue zafarse de la culpabilidad que se le enreda entre los dedos. Aunque lo peor es esa obstinada letanía que le martillea la cabeza: por qué no la ayudó, por qué ocultó sus moratones bajo la pestilente costra del miedo que le dejó en herencia. Ya es demasiado tarde para buscar respuestas. O quizá no, piensa, mientras se seca las manos en el abrigo y coge en brazos a su nieta.

—A ti no te contaré cuentos —le susurra con dulzura.

Lentamente se alejan del cementerio.

Traición de vida

Ya es tarde para arrepentimientos. El aire limpio que jalona el acantilado del cauce del río acaricia mi rostro con una mano que hoy se me antoja suave, pero que me aleja de la violencia eterna de su presencia. Pero este es un juego arriesgado. No puedo acogerme a sagrado y descansar. Y acelero el paso. Huyo.

Abandoné mi vida de confort para seguirle, con la esperanza de sentirme amada y sin ataduras de carne ni espíritu, mas su violencia ante mi deseo de independencia me descubrió un compañero de viaje que cubre su interior con un sayo que oculta secretas pesadillas de antaño y deseos de poder.

Nacemos sin marcas de maldad, ¿qué nos moldea?

Porqués y esperanzas

Hoy es un gran día para la esperanza si el miedo ya no manda, porque me di cuenta de lo que pasaba, porque tuve la ayuda que necesitaba. 

Dije a tiempo ¡basta! porque mi familia y mi gente me ayudó sin trabas. 

El verdugo ya no manda porque la vida tiene más de una cara, porque a mí ya no me engañan y tengo una oportunidad para el sosiego de mi alma. 

Ahora respiro con paz, amor y calma porque más que nunca sé que no estoy sola en esta batalla, porque escribo estas líneas por todas las que tuvimos pánico y por las que aún tienen miedo y rabia y porque jamás permitiremos que ahoguen nuestras esperanzas.

Carbonilla

Los faldones de la mesa camilla prendieron por una carbonilla fuera del brasero. Pantuflas morunas, medias de espuma, filos de enaguas quedaron consumidas por un fuego sin llamas. El sillón orejero chisporroteó resquebrajando el escay. Humo denso se expandió por la salita emborronando subtítulos del televisor. Emitió sonidos de sordomuda. Su hijo había salido a buscar su dosis. Pataleó contra el envés del tablero circular, contra las cuatro patas de madera vieja. No pudo desatar sus manos anudadas a la espalda del sillón. Horas después el hijo gritó a bomberos, policías, forense: «¡Es mi culpa, tuve que atarla como otras veces y nunca pasó nada, no me dejaba salir, es mi culpa!¡Lo siento, mamá, perdóname, perdóname!

Definición

Pensé que me quería.

Era siempre titular en el equipo de fútbol. Alto, simpático, guapo, fuerte; todas lo miraban con ojos de deseo. Cuando se fijó en mí no tuve dudas: me entregué en sus brazos sin reserva.

Me apretaba bajo su brazo y me conducía; era él quien hablaba y yo quedaba en un segundo plano; se permitía flirteos y deslices que a mí no me permitía ni imaginar; me zarandeaba, me golpeaba incluso, si yo me atrevía a usurpar cualquiera de esos privilegios.

Hasta que leí en el diccionario que el amor es "inclinación o afecto a personas cuyo bien se desea". Y los que desean mi bien, me pidieron que lo dejara.

Cubrir tus alas con besos

No pueden herir a un pájaro ya herido, solo recomponer sus alas y ajustarlas para que pueda volver a su lastimado aleteo. Durante mucho tiempo fui ese pájaro magullado, aterrado, cautivo de alguien que me impedía volar para que nadie me vulnerase, salvo él. Y entonces todo cambió porque siempre hay ornitólogos entregados que con una sonrisa, un gesto sin amenazas, una escucha sincera, desdibujan los límites del dolor y ahuyentan al carcelero. A veces solo basta con que alguien te susurre "voy a cubrir tus alas con besos"… y renace el ave fénix.

Retales de su vida

Lola se peinaba por las mañanas, tomaba dos cafés largos y una aspirina, y comenzaba su rutina. 
Vivía en un apartamento con la misma persona desde hacía seis años. Seis años casi iguales. 
Al coger el autobús, con "Insurrección" sonando en sus oídos, se acordó de la última vez que fue a ver cantar a Manolo García. 
Por aquel entonces él todavía tocaba con "El último de la fila", y muy a su pesar descubrió que algo parecía pellizcarle el alma al sorprenderse recordando a una mujer tan distinta a la que ahora veía reflejada en la ventanilla. Una mujer libre, risueña, soñadora. Una futura enfermera con ganas de viajar, de aprender y de vivir. 
Se arrepintió de haberse frotado la cara para secar la lágrima rebelde que había escapado de la cárcel de sus ojos, pues ahora la manga del jersey blanco se había teñido del color marrón, estaba manchada de maquillaje. Y su mejilla se descubría amoratada. 
Lola trabajaba en la planta de UVI del Hospital de La Princesa, pero ese martes en lugar de tomar la ruta habitual, hinchó bien los pulmones antes de girar a la izquierda en la calle de Juan Bravo. 
Agitada, bajó las escaleras de la comisaría, denuncia en mano, mientras tecleaba el número de su hermana. 
En una mañana húmeda, huía de Madrid, lejos de su vida monstruosa. De ese hombre monstruoso.
Algo mágico habría dictaminado el estribillo: "Me siento hoy como un halcón, llamado a las filas de la insurrección".

Querido diario

Hoy me reincorporo de nuevo para volver a dar clases en mi colegio.

Han pasado once meses. Y yo, yo he pasado por dos asistentas de los servicios sociales, una chica muy maja de atención a la mujer, media docena de policías al otro lado de ordenador, cuatro agentes de la guardia civil que tomaron testimonio, una médico de la científica que me calmó (no sé si por sus palabras o por los dos orfidales) para tomar muestras, tres psicólogos, un psiquiatra, la dependienta de la farmacia que me vende la medicación, amigos, compañeros de trabajo, hermanos, una madre que casi sufre un infarto y un padre al que nunca había visto llorar hasta entonces. Incluso por una terapeuta de reiki que me dijo que iba a ayudarme a olvidar.

He pasado por muchas personas, y por mil momentos que me gustaría borrar. Pero mi psicóloga dice que escriba en mi diario para poder volver a quererme a mí misma y superar la violación. 

Hoy me reincorporo a mi vida y tengo mucho más pánico que el primer día como maestra.

Los monstruos existen

Regresé a mi casa antes de la hora habitual. Al abrir la puerta de mi domicilio encontré a mi hija de siete años llorando en el salón. Apenas me vio, corrió a abrazarme. Me escamó que estuviera descalza y en ropa interior.

-¿Cariño, qué pasa? 

-¡Hay un monstruo sobre mi cama!

-¡Ah! Querrás decir debajo de la cama.

-No, sobre la cama.

-Mi vida, los monstruos no existen, mamá va a entrar contigo en tu cuarto y te va a demostrar que no hay ningún monstruo.

-No, no quiero.

-Bueno, pues entro yo sola.

Sobre la cama de mi hija dormía desnudo Charly, mi novio, al que había dejado al cuidado de mi hija.

¡Sorpresa...!

Después de cada paliza, implorabas mi perdón jurándome que nunca volvería a suceder. Una cámara de vídeo, una grabadora, un enorme televisor escrupulosamente envuelto: sobornos con los que pretendías demostrar tu "sincero arrepentimiento". Aborrecía todos tus regalos, pero me obligaba a mostrarme agradecida, y aprendía su funcionamiento mientras los moratones desaparecían y las heridas cicatrizaban. 

Luego las fiestas con familiares y amigos, para representar tu papel de marido obsequioso y atento. Hasta esta, la última, la de mi partida, tras el "desafortunado accidente". Tus regalos, por fin, servirán para algo. Cuando enciendas el televisor para mostrarles la película de nuestra idílica relación que, ¡estoy segura!, les enseñarás a modo de "sentida despedida", tú serás el verdadero sorprendido...

Un tercer piso sin ascensor 2º Premio 2019

Marina y su marido vivían en un tercer piso sin ascensor.


La vecina del segundo siempre dice que era un chico trabajador, educado y apuesto. 

El vecino de al lado, que en el bar de la esquina él siempre invitaba a una ronda.

La pareja de ancianos del cuarto, que eran la pareja perfecta, siempre sonriendo y felices.

La del primero no los conocía.

Marina ya no vive allí. Su marido tampoco.

Tras años de gritos en silencio, maquillaje en los golpes y vergüenza, ella descansa en paz.

Si hubieran escuchado en vez de oír, observado en vez de mirar, atendido en vez de disimular… Marina aún viviría en un tercer piso sin ascensor.

Queridos Reyes Magos

Queridos Reyes Magos,

Ayer en el cole nos preguntaron qué queríamos ser de mayores. Yo dije que ingeniera, como papá. Algunos niños me miraron y se rieron. Víctor les preguntó que porqué se reían y uno contestó que a las chicas no se nos dan bien esas cosas, que somos mejores en otras más fáciles.

Por eso este año quiero pedir que a las chicas también nos vean como ingenieras. Como ingenieras o como lo que queramos ser. Quiero pedir que seamos iguales a ojos de los que no nos ven capaces, de los que piensan que somos inferiores. Quiero pedir que haya más profesores como Víctor, que enseñen en la igualdad y castiguen a quienes nos intentan encasillar.

Minutos eternos

La voz de la mujer era apenas un susurro. ¡Me va a matar! ¡Quiere tirar la puerta!

—No cuelgue siga hablándome, la policía está en camino—.Había activado el protocolo de emergencia.

Los minutos siguientes fueron eternos. La mujer contestaba entrecortada. Narraba la violencia de su exmarido, el miedo que sentía por sus hijos. Yo escuchaba insultos y golpes en la puerta. De repente silencio.

— ¡Señora! ¡Señora!

— Creo… que se ha marchado, se oyen las sirenas de la policía.

Le detuvieron en el portal. Cuando la situación estuvo controlada respiré aliviada, satisfecha por la buena coordinación pero temblando como una hoja. Había pasado miedo. Mucho. Y yo sólo soy una tele operadora de violencia de género.

Romper las cadenas

Les enseñé a doblar los cuadraditos morados de papel para formar tulipanes, introducimos los palos a modo de tallo y recortamos las hojas de una enorme cartulina verde. Cuando llegó el momento de escribir en ellas las palabras en contra de la violencia de género, los observé: veinticinco adolescentes parándose a pensar cuál sería la mejor frase y lanzándose luego a decorar las flores con claros mensajes de condena. Sólo una niña fue incapaz de escribir nada. Una lágrima escapada se deslizó por su rostro. Apoyando mi mano en su hombro, recogí su flor y yo misma escribí en ella: «La mayor valentía es romper las cadenas, aunque también eso duela».

En medio de la sala

Aun me acuerdo de cómo se veía y alucinaba. Le gustaba el rojo de sus labios. El maquillaje se convirtió en un arma y dejó de ser escudo. Se contoneaba al pasar por los escaparates. Le encantaba mirar el movimiento de los volantes de su falda. 

Le dijo que no se moviera, aprendió a volar. Se echó a volar. Que se quedase callada, y destrozó el silencio. Cogió la soga y deshizo uno a uno lazos y nudos.

Decía que, para caricias, las que le daba el aire. Y atarse, sólo las botas.

Después de todo, después de tanto, ella nunca se había ido. Se quedó con nosotros, y pudimos renacer. 

Esa, la de los rizos, es mi madre.

lunes, 18 de noviembre de 2019

Tenéis hasta el 8 de diciembre para enviar vuestros relatos

Para participar es necesario enviar dos correos electrónicos:

Uno con el microrrelato, poniendo el título y el seudónimo en “asunto” y el texto en “el cuerpo del mensaje” a

bibliotecadesanjavier1974.microrrelatos@blogger.com

Otro con los datos personales, poniendo para concurso contra la violencia de género más el seudónimo en “asunto” y los datos personales en “el cuerpo del mensaje” a

concursos.biblioteca@sanjavier.es 





Ayúdanos a construir un universo semático contra la violencia de género. Puedes además ganar hasta 250 euros.


Participa y difunde