lunes, 25 de noviembre de 2019

¡Sorpresa...!

Después de cada paliza, implorabas mi perdón jurándome que nunca volvería a suceder. Una cámara de vídeo, una grabadora, un enorme televisor escrupulosamente envuelto: sobornos con los que pretendías demostrar tu "sincero arrepentimiento". Aborrecía todos tus regalos, pero me obligaba a mostrarme agradecida, y aprendía su funcionamiento mientras los moratones desaparecían y las heridas cicatrizaban. 

Luego las fiestas con familiares y amigos, para representar tu papel de marido obsequioso y atento. Hasta esta, la última, la de mi partida, tras el "desafortunado accidente". Tus regalos, por fin, servirán para algo. Cuando enciendas el televisor para mostrarles la película de nuestra idílica relación que, ¡estoy segura!, les enseñarás a modo de "sentida despedida", tú serás el verdadero sorprendido...

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