lunes, 25 de noviembre de 2019

Castigada por nacer mujer

Mi abuela, de 94 años, una tarde de invierno escondida y aburrida, me recitaba con placer sus recuerdos. Era profesora, tocaba las mentes de personas aún dormidas y despertaba con teorías y juegos pensamientos escondidos. Hablaba de su pasión por el teatro, se sabía los monólogos y las escenas de memoria. Recordaba con certeza aquellas clases donde pasaba horas en el escenario, mirándose el cuerpo y explorando las palabras que salían, sin permiso, por su boca.

Mi abuela, nunca fue profesora, tampoco actriz ni dramaturga. Ella normalmente me cuenta, sin placer, que todavía no ha podido dedicarse a lo que quiere porque tuvo que cuidar, ser madre siendo hija y ser mujer, siendo un castigo.

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