jueves, 28 de noviembre de 2019

Vacuna


Cuerpo sudoroso el suyo, lívido el mío al terminar. Forcé un gesto de satisfacción. Era ese momento o ninguno. Mi voz entrecortada lanzó la propuesta y Rubén, me miró con ira. Cerré los ojos, esperé el golpe y lo encajé estoica. La ténue luz esperanzadora, que sentí al ver el anuncio en televisión, acababa de apagarse. Una dosis, solo una, para acabar con las verdades mentidas, con el miedo, con el dolor, y él, no quería. Tinté de rojo la sábana con sangre de mi ceja izquierda ¿ Había sido atrevida? 

¡ Si ! Me dije ¡ Sigue ! Lo denuncié, la condena obligaba a tomar la dosis por ley.

Salvé su vida y la mía. Después lo dejé.

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