lunes, 25 de noviembre de 2019

Carbonilla

Los faldones de la mesa camilla prendieron por una carbonilla fuera del brasero. Pantuflas morunas, medias de espuma, filos de enaguas quedaron consumidas por un fuego sin llamas. El sillón orejero chisporroteó resquebrajando el escay. Humo denso se expandió por la salita emborronando subtítulos del televisor. Emitió sonidos de sordomuda. Su hijo había salido a buscar su dosis. Pataleó contra el envés del tablero circular, contra las cuatro patas de madera vieja. No pudo desatar sus manos anudadas a la espalda del sillón. Horas después el hijo gritó a bomberos, policías, forense: «¡Es mi culpa, tuve que atarla como otras veces y nunca pasó nada, no me dejaba salir, es mi culpa!¡Lo siento, mamá, perdóname, perdóname!

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