lunes, 25 de noviembre de 2019

Los monstruos existen

Regresé a mi casa antes de la hora habitual. Al abrir la puerta de mi domicilio encontré a mi hija de siete años llorando en el salón. Apenas me vio, corrió a abrazarme. Me escamó que estuviera descalza y en ropa interior.

-¿Cariño, qué pasa? 

-¡Hay un monstruo sobre mi cama!

-¡Ah! Querrás decir debajo de la cama.

-No, sobre la cama.

-Mi vida, los monstruos no existen, mamá va a entrar contigo en tu cuarto y te va a demostrar que no hay ningún monstruo.

-No, no quiero.

-Bueno, pues entro yo sola.

Sobre la cama de mi hija dormía desnudo Charly, mi novio, al que había dejado al cuidado de mi hija.

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