Nadie me quería como tú a mí en el mundo. O eso me repetía.
Nadie me merecía más que tú. O eso creía.
Nadie me quería tanto para vigilarme como tú. O eso me hacías ver.
Nadie entendería que me pegabas por mi bien. O eso me susurrabas tras cada paliza.
Nadie sabrá lo que pasó el día que me volví valiente. O eso espero.
Ahora, solo yo, me querré el resto de mi vida, sin volverte a ver.
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