miércoles, 19 de noviembre de 2014

Hostias y blasfemias

Minutos antes de su detención, Amparo había dado una bofetada a León. El sacerdote acababa de formular la pregunta ritual. - ¿Venís a contraer matrimonio sin ser coaccionados, libre y voluntariamente? Amparo arrancó el velo de su cabeza, se giró y rasgó su alma ante todos los invitados. - Este hombre es un hijo de puta, me ha pegado cuando le ha venido en gana, he aguantado porque hasta hoy tenía más miedo que orgullo, pero ahora pongo punto final. Espero que este cabrón se pudra en la cárcel.
- Cállese, dijo el sacerdote, esas palabrotas en templo sagrado ofenden a Dios, búsquese un buen abogado porque esta blasfemia tendrá el castigo que merece.

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