jueves, 20 de noviembre de 2014

Culpable

Lo amaba más que a nada en el mundo. Por eso no conseguía entender por qué.
Le dediqué los mejores años de mi vida, mis esfuerzos, mis ganas de vivir, de amar, de ser. Era el motivo por el cual me despertaba cada mañana con una sonrisa. Era mi luz. Una luz que se fue apagando con cada enfado, cada mala mirada, cada desprecio, cada humillación, cada insulto, cada golpe...
Al principio pensé que la culpa de todo era mía por no ser como él deseaba que fuera, pero con el tiempo comprendí que de lo único que era culpable era de que lo amaba.

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