Nos conocimos en
Chile, él era un turista y yo una atractiva guía. Llevamos juntos dos años. Lo
que creí sería una relación para toda la vida empezó a cambiar, como si el
hombre que tenía al lado se hubiera transformado en monstruo. Me había
convertido en el centro de sus perores agresiones. ¿Acaso estaba pagando el
precio de mi secreto? Desde el primer día esperé el momento para quebrar el
silencio, pero nunca llegaba. Su violencia despertó mi venganza.
Era la fiesta de su
cumpleaños. En el instante del brindis y ante la concurrencia le entregué mi regalo.
Lo abrió con entusiasmo, su cara se transfiguró.
En la libreta
estaba mi foto y mi nombre: Pablo López
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