jueves, 20 de noviembre de 2014

Ausente de mí

Me repetí mil veces que la culpa no recaía en mi persona, observando la desnudez que se reflejaba en el espejo. Ningún recoveco de mi cuerpo denotaba cicatriz alguna pero las heridas internas eran tan profundas que me sentía sucia, estúpida, ausente de mí. Y no, no… Fue su ingrata persona, su doble cara, sus buenas maneras a con el mundo, su educación exquisita con el resto de los presentes en su vida cotidiana lo que me impedía ver si sigo siendo yo o es otra quien ocupa mi cuerpo, quien se apodera de mi mente. No soy capaz, no tengo el valor para, después de su paso por mis treinta y un años, ser yo.

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