miércoles, 19 de noviembre de 2014

Una llamada solidaria

Margarita frunció el ceño, bajó el sonido de la televisión y acercó su cabeza todo lo que pudo a la pared. A pesar de su acusada sordera, de nuevo podía escuchar con claridad los golpes en la mesa, los pasos a la carrera, los gritos sofocados, las súplicas en vano…
Pero lo más duro de soportar era el llanto, un llanto que traspasaba los muros y le quemaba las entrañas, partiendo en dos su compasivo corazón. Otras tantas veces había soportado, indecisa, la misma escena pero su silencio la convertía en cómplice mudo de tal atrocidad y mañana, probablemente, carecería de valor para mirar, a su vecina, a los ojos. Con dedos trémulos por la emoción, realizó una llamada.  

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