jueves, 20 de noviembre de 2014

Náusea

El bebé me acercaba a ti. Cuidaba esa criatura que te había desterrado al otro lado de la cama y hecho de tu sexo un nudo, a deshacer en una cuarentena, que se alargaría varios meses.

Aprovechaste mi veneración inocente de aquella cuna para penetrarme; yo no era un bebé, era una niña. Solo. Aún.

Esa niña todavía siente el vómito que tus dedos provocan, y denuncia con ríos de bilis macerada tu ser despreciable.

Regurgito coraje al contemplar tu impune vivir.

Hoy, la niña te acusa porque duda si el bebé también calla.

No hay comentarios:

Publicar un comentario