"…el drama surge de forma silenciosa, sin testigos. Todo se inicia con un mal gesto que va repitiéndose con mayor asiduidad. Después, se suceden los desplantes, la comunicación es unilateral y por último se instaura en el domicilio conyugal la presión psicológica. No sabe a qué atribuirlo, su ansiedad iba en aumento. Su matrimonio era normal hasta no hace mucho tiempo, y ahora se sentía como algo inútil e inservible, con una carga emocional negativa que incluía el miedo a realizar cualquier acto por más nimio que este fuera. No merece la pena vivir de esa manera –pensaba-, hasta que un día toma conciencia del problema y decide acabar con su sufrimiento: rompe el silencio y denuncia".
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