miércoles, 19 de noviembre de 2014

Excepción

A veces encuentro a un hombre que dice amarme. Luego descubro que es poeta, o pintor, o músico, o que al menos es fértil. Entonces lo ayudo a componer un libro de cuentos donde habla de mí y de mis jóvenes amantes, o un cuaderno de poesía con título de pieza musical, o plancho sus camisas mientras él pinta un extenso mural con las historias de la novela que nunca acabaré de escribir, o concibo hijos de él. Generalmente me deshago a tiempo de los muros pintados, los libros y los embriones humanos. En dos ocasiones me quedé con los bebés.

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