miércoles, 19 de noviembre de 2014

Ponte en la piel

Sentía a cada momento el dolor de los golpes que ella le daba. Tenía miedo de hablar, de moverse. Le tenía totalmente acorralado: elegía su ropa, sus amistades… controlaba su vida por completo porque él no servía para nada. Atemorizado, no podía pedir ayuda. Si decía algo, sabía de lo que ella era capaz. Además, ¿quién más le iba a querer?

Sonó el despertador. Despertó e increíblemente, se dio cuenta de lo que había estado haciendo. Decidió dejarla libre, marcharse y no volver nunca más. Nunca se había parado a pensar en lo que ella podía sentir. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario