miércoles, 19 de noviembre de 2014

El principio tiene un fin

Abrí los ojos. Aquellos ojos llorosos que deseaban mirar hacia otro lado y huir de aquella realidad llena de golpes e insultos. Fui capaz de detener su mano a tiempo, esa mano que no permitiría que me tocara de nuevo. Mi rostro ya estaba enrojecido, y tenía alguna que otra herida. Mis piernas no podían sostenerme, me había hecho un esguince por haber caído sobre la mesa tras el empujón.

Pero en aquel momento todo iba a terminar. No podía dejar que las cosas continuasen de ese modo. Mis amigas me lo habían dicho, él era una persona, yo otra, teníamos los mismos derechos y si él era incapaz de verlo tan solo debía alejarme.

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