jueves, 20 de noviembre de 2014

Mi horizonte es perderte

Seguía vistiéndose a la manera occidental, pero día tras día notaba que un burka invisible y férreo la iba cubriendo por completo. Cuando ya su visión del mundo quedó limitada al espacio que sus ojos podían abarcar en línea recta, se colocó unas gafas oscuras y entró en la sumisión total.
 

Meses después su marido, no contento aún con este acatamiento, le recriminó su sosería y falta de imaginación; harto de insultarla, le dio un bofetón y las gafas salieron despedidas. No había ojos. Intrigado, el marido zarandeó su cuerpo, un maniquí a cuyos pies, tapado por el burka, había una nota: "Canalla. Adiós".


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