Mientras pronunciaba "si sales por esa puerta no vuelvas" deseaba desesperadamente que no saliese, que se diera la vuelta y le dijese "vamos a hablarlo", y la tomara entre sus brazos y le explicara en voz muy baja que aún la amaba.
Cuando lo hizo, cuando dudó en la puerta y se giró y la miró y le dijo "te amo", la inmensa magnitud del daño y del engaño repetido volvió a arrasarla por dentro, y le respondió, seca pero firme, "adiós".
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