jueves, 20 de noviembre de 2014

Plato roto, cinturón fuera

El muy bruto se levantó casi de un salto en cuanto se me cayó su cena al suelo. Le aseguré que se la volvería a preparar pero él, que tal y como movía los brazos parecía King Kong, me soltó un manotazo como derribando una de las avionetas. Solo que fui yo quien cayó contra el suelo.
Pensaba en el divorcio desde que empezó la violencia física. Pero quizás el miedo o la compasión, hacia él porque por mí misma parecía no tener, ese paso aún estaba por dar. Pero cuando alcé la mirada y lo vi sacándose el cinturón, mirándome con esos ojos asesinos comprendí que ya era tarde. Ojala lo hubiese hecho, las cosas no habrían acabado así.

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