Con
escaso y tembloroso hilo de voz ha pedido pan. Por respuesta obtiene
una mirada hueca. Después ha implorado agua. La respuesta,
otra mirada, fría. Replegada sobre sí misma sabe que ellos no la
dejarán salir de allí; que vendrán cada noche…
Cierra los ojos y sueña con el aroma de una torta de
maíz. Es pequeña. La llaman. Está comiendo sentada en el regazo de
su madre…huele tan bien ese maíz
¡No te hagas la dormida, zorra!
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