Había una vez una princesa retenida en una torre amurallada. Las pocas ventanas que había en la estancia tenían barrotes para que nadie pudiera entrar ni salir de ahí. Sin embargo, un malvado ogro entraba a su antojo, jactándose de ser el cuidador de la princesa. Ella lo despreciaba pues solía golpearla y tratarla mal, pero el monstruo alegaba que él le daba comida y techo, y la protegía del mundo exterior, tan oscuro y cruel. Finalmente, ningún príncipe azul rescató a la princesa, y ella quedó cautiva del ogro para siempre.
Afortunadamente, esto es sólo un cuento. Tú, mujer, no eres una princesa indefensa. Levántate, corta los barrotes con una sierra y sal afuera. El mundo es tuyo.
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