lunes, 10 de noviembre de 2014

El fin lleva mi nombre

Cerré los ojos y recibí el golpe. No recuerdo más. No sé qué ocurrió después.
Y así me desperté, en el suelo sobre un charco de sangre. Oía a mi hija cómo me llamaba y me zarandeaba intentando que despertara. Al fin abrí los ojos y pude vislumbrar como angustiada salía de casa para avisar a Rosa.
-No puedes seguir así, Lucía. Algo tenemos que hacer. –Me dijo mientras me limpiaba la sangre con un algodón.
-No puedo hacer nada.- Respondí resignada.- Nada.
-Algo podrás hacer. No podéis vivir así. Tienes que dejarle o denunciarle. Esto no es vida, tiene que acabar.
-Ni aunque le deje, ni aunque le denuncie acabará. ¿Sabes cuándo acabará? Cuando me mate, solo así.

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