Mi cuerpo está tan magullado que hace tiempo sus golpes no los siento. He dejado de escuchar sus insultos porque me he quedado sorda y mi voz se ha ido perdiendo con el tiempo hasta desaparecer totalmente. Mi vista ya no funciona correctamente porque cuando se me acerca con el puño levantado no soy capaz de verlo y apartarme para que no me dañe más. Y mi olfato se ha atrofiado hasta el punto de no ser capaz de oler el humo de su cigarrillo.
Esta fría mañana de enero soy otra persona… una persona llena de vida, de esperanzas y de sueños que ansía la pura y verdadera libertad. Quiero oler, tocar, ver, oír y sentir sin miedo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario