Durante los diez años de convivencia la había amado y respetado. Hasta que llegó el día que le levantó la mano por primera vez. Ella apenas se percató de ese gesto agresivo que a él tanto asustó. Estaba tan arrepentido e indignado que consideraba imposible que volviera a repetir aquella vil y cobarde acción. Pero, ¿acaso no decían eso todos los agresores?
Buscó información de ayuda para mujeres víctimas de violencia de género y se la dejó a la vista debajo del teléfono, por si alguna vez la necesitaba. La quería tanto que, incluso, debía protegerla de él mismo.
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