Ahora que estoy en el suelo, encogida, protegiéndome la vida, apenas siento los golpes y las patadas que entre insultos me propina. Solo espero, entre leves sollozos e inútiles ruegos, a que la furia que le anega, se desborde pronto y termine, que me olvide, hasta la siguiente ocasión en la que me ignore como persona. ¿Estaré aun a tiempo de detener esta pesadilla?, ¿tendré fuerzas para afrontar el miedo que me estrangula cada noche? ¿dejaré de creer todas sus mentiras?, ¿dejaré de buscar excusas que le justifiquen?. Soy su desahogo, su alivio, y me pregunto mientras veo la sangre manando entre mis piernas si realmente le dije lo del embarazo o fue solo un sueño entre palizas.
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