Uno, dos y tres.
Son los mensajes recibidos en cuatro minutos, me preguntas que dónde estoy.
Uno, dos y tres.
Son los golpes que das en la puerta, tan aterradores como la idea de volver a verte.
Uno, dos y tres.
Son los insultos que me dices por intentar alejarme de ti.
Uno, dos y tres.
Son las bofetadas que me das ante esa rabia que te carcome.
Uno, dos y tres.
Son las puñaladas que siento en mi pecho, clavándome tu furiosa mirada.
Uno, dos y tres.
Son los minutos que tardas en quitarte la vida y ver que nunca seré tuya.
Uno, dos y tres.
Son los segundos que estoy sin ti, en paz.
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