lunes, 26 de noviembre de 2018

Perro

Ahora me doy cuenta. Ahora le veo cómo lo que es, un mal compañero. Está sobre mí, manchado de sangre. Mi sangre. ¿Parece arrepentido? No lo sé. Ya no estoy segura de nada. Aunque duela, cierro los ojos. No quiero verle, pero le recuerdo. Recuerdo cuando le vi en aquella calle y le ayudé. Le traje a casa y se quedó a vivir. Los vecinos se quejaban de que ladraba mucho. Lo normal, ¿no? No. Se enfadaba cuando salía sin él. Ladraba a cualquier hombre que se me acercara. Si me hubiera dado cuenta antes de que aquello no era lo normal, habría sacado el valor para echarle. ¿Mis últimas palabras? No estoy hablando de ninguna mascota.

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