lunes, 26 de noviembre de 2018

Soy un calcetín

Me veo con las piernas colgantes en una silla de plástico blanca, luego roja, primero del hospital y después del tanatorio. Columpiándome en la culpa de haber deseado tantas veces que todo acabase, desecha por la rabia hacia mi madre por no defenderse.

En la sala vacía una psicóloga habla dirigiéndose a mí, pero las palabras me llegan embotelladas, sumergidas en el desconcierto del horror. Afuera varias televisiones retransmiten el suceso de una más. Un vozarrón intimidatorio y conocido retumba en mi cabeza. Los trapos sucios se lavan en casa. No me graben, soy un calcetín lleno de sangre que asoma del cesto de la ropa para lavar y tengo miedo.

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