- ¡Martita! ¡Mañana la falda más cortita! - Dijo el encargado marchándose con adelanto.
- ¡Jorge! ¡Su labio está sangrando! - señaló Marta.
- Pffff… No se meta en cosas de hombres - respondió limpiándose la sangre con la corbata. Hubiera preferido hacerlo con una cerveza, pero lo mejor era irse a casa.
*
- ¡Imbécil! ¿Dónde mierda estabas? - Gritó su mujer.
- Lo siento, amor - respondió mirando el suelo.
- ¿Crees que la cena va a hacerse sola?
- No, amor… - Jorge corrió a la cocina. Cierto, ella era un poco caprichosa – se decía – y hasta un poco violenta en ocasiones. Pero lo del labio no fue más que un accidente – continuó -, sólo un accidente...
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