Cuando de pequeña le preguntaban qué quería ser de mayor, ella decía que sirena. Igual no lo supo matizar. Sirena de las que cantan, de las que nadan y se enamoran. De las que hipnotizan. No de las que implican llamadas de madrugada y una visita a urgencias. Pero se puso tanto en su papel, que cuando le preguntaron a qué se debía ese moratón en su ojo azul turquesa, ella dijo: Me he dado un golpe contra el arrecife.
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