lunes, 26 de noviembre de 2018

Mírame a los ojos

María siempre había sido una niña alegre, vivaracha, con capacidad para seducir con una simple mirada. Vicky, su profesora, estaba encantada con ella. Aquella muñeca, de apenas siete años, le había ganado el corazón. Por eso le sorprendió tanto que empezara a aislarse, se le veía triste, taciturna. Un día apareció con la cara cubierta con maquillaje. No cabía duda, se lo había hurtado a su madre. No la regañó, le preguntó si quería parecer mayor. María respondió con una frase impropia de su edad: “No, no quiero, los mayores no tienen sentimientos, se convierten en monstruos. Mamá no quiere decírmelo pero se maquilla para cubrir los morados de su rostro”. Sin pensarlo, marcó el número de la policía.

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