Los cuentos de princesas siempre acaban bien… lo dicen las estadísticas.
Por eso nunca quisiste que yo fuera princesa.
Que no llevara tacones ni falda ni carmines.
Y ahí empezó todo…. cuando yo empecé a asumir tus decisiones como si fueran mías.
Luego llegaron las heridas, que dolían porque por ellas supuraba mi alma y me iba quedando vacía.
Pero todos tenemos un ángel de la guarda que nos vigila y cuida. Esa fue nuestra hija. Por ella me convertí de nuevo en princesa. Y por eso hoy solo formo parte de las estadísticas de los cuentos con final feliz…y por eso hoy no soy una más.
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