Cada noche al acostarse cerraba los ojos y soñaba que al despertar:
Sería un día distinto, con un bello amanecer, que su sonrisa volvía a brillar, que era feliz.
Pero al abrir los ojos y mirar a su lado pudo ver que no soñaba, que solo era un deseo, el seguía allí.
Se levantó le preparo la ropa, el desayuno como cada día y desde la habitación pudo escuchar:
Un grito que decía:
"No vales para nada"
frente al espejo solo pudo ver la cara de una mujer que no reconocía.
Las lágrimas comenzaron a caer por su rostro, se giró hacia la ventana la abrió y grito como si fueran sus últimas palabras:
"Jamás volverás a maltratarme"
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