─Vamos a la cama, cariño, mañana recogeremos la mesa.
Ella necesitaba sentir el calor de sus pequeños brazos e intentar disipar todos sus miedos. Él, saltar un rato en la cama como si fuera una elástica del circo y refugiarse luego en su regazo.
─¿Por qué papá se ha quedado en la alfombra?
─Estará otra vez borracho, no te preocupes. Anda, duérmete, que mañana tenemos que madrugar.
─Parece que le ha sentado mal la cena, mamá, está como azul.
─Puede ser.
Esperó a que su pequeño conciliara el sueño y enjugó una lágrima incipiente. Se levantó luego, se preparó un café y encendió un cigarrillo. Necesitaba fuerzas para enrollar la alfombra y bajarla ella sola.
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