Aquí seguimos. Han venido la mujer y la hija de Gonzalo desde Almagro. La hija (¿Miriam?, ¿Marian?) da clase de matemáticas en un instituto, con lo pánfila que parecía cuando era niña, y mira tú por donde. La madre, Sara, ha dejado de teñirse y le han caído encima 20 años pero conserva una vocecilla infantil que parece acompasarse con su aspecto. Recordamos juntas a Roberto, que cuando la madre enviudó llamó a un conocido para que le diese trabajo limpiando un banco. Gracias a eso salieron adelante, y cómo no iban a venir a dar el pésame. Roberto, ¿que bueno era, verdad? Muy agradecidas. Un ángel. Una gran persona. El que me pegaba. Ese mismo.
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