viernes, 23 de noviembre de 2018

La punzada

Hace cuarenta y cuatro días que una fuerte punzada se instaló en la boca de mi estómago, y a estas alturas, me parece que será un residente permanente. Desde la cama, miro a mi alrededor buscando algo distinto al recuerdo gris que sigue inundando mi habitación. Pero no encuentro nada.

Sigue la mesa llena de libros sin leer; la pared con el mismo cuadro de siempre y junto, la mancha de sangre que aún no he podido eliminar. Nada en mí es igual desde aquella noche cuando la brutalidad de quien me juró amor eterno, me rompió un brazo y partió algo más que mi boca, me partió el alma. Él se marchó, pero este miedo, ¿se marchará algún día?.

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