viernes, 9 de noviembre de 2018

Dos rosas y una mujer

Dos rosas disfrutaban del calor del sol cuando, de repente, las podaron para acompañar en un momento delicado. Guardaron silencio, su color amarillo se fue apagando poco a poco hasta llegar a la corona que acompañaba el cuerpo sin vida de una desconocida. 

Durante el duelo, descubrieron que se trataba de una joven que había aguantado demasiado. Una mujer que no paró a tiempo el abuso de unas manos que antes le hacían el amor. Esas que ayer la dejaron sin respiración tras un enfado unilateral. 

Para el entierro, las rosas se han vuelto a vestir de un amarillo vivo para afrontar una situación que no debe perpetuarse. Dos rosas y una mujer. Dos flores arrancadas y un cadáver.

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