No sé por qué has cambiado tanto. Cuando éramos pequeños nos defendías, al menos cuando la cosa llegaba a las manos. Decías Déjala ya cuando nos tiraban del pelo y pegaban tortas o algún puñetazo. O cuando estábamos todos a la mesa y había movida. Papá entonces arremetía a insultos contra alguno. Aquellas comidas fueron la gesta de tus Que te calles, pero por entonces no iban dirigidos a mí. Comenzabas con un Bueno, déjalo ya casi en susurro. Y subías el tono a demanda de la situación, hasta ahogar un sollozo con ¡Deja a la niña, no la pegues! Ahora la que pega eres tú, humillándome como adulta. A través de tus Que te calles, Cállate o ¿Te quieres callar?
No hay comentarios:
Publicar un comentario