lunes, 9 de diciembre de 2019

Carrera solitaria

Al llegar a la cuesta redujo el trote. Se contuvo, y empezó a disfrutar de la carrera solitaria. Oía su propia respiración jadeante y rítmica. Sudaba.

Un hombre, en bicicleta, pasó a su lado. Luego, al llegar a la cuesta vio que se había parado a un lado del camino. Estaba acuclillado junto a la rueda delantera de la bicicleta. Ella pronto estuvo a su altura, y él la siguió con una mirada de ojos saltones. Se lamió los labios. Ella abrió el bolsillo de su chaleco, y cogió la llave del coche dejando la punta dentada entre los dedos. La apretó en su mano como un talismán. Cuando bajaba la cuesta oyó detrás la bicicleta acercándose. Iba muy deprisa.

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